El coro de Zury

Toda la mañana se volvió interminable por la espera de nuestra paleta de melón de la Manhattan. Nos la había prometido el día que llegó de Moroleón.

Cada vez era más recurrente que al regresar de Guanajuato a sus nietos más pequeños nos llevaba los domingos al Burger Boy de Homero, en la Ciudad de México, para tomar nuestra malteada de chocolate después de llevarnos a desayunar.

Ese domingo de mayo, había sido muy especial para mí. Una noche antes, había empezado a trabajar formalmente en el coro nupcial de la Comunidad Maguen David en la sinagoga de Polanco.

El señor Zury −el organizador del grupo de cantantes− era famoso porque le daba trabajo a los niños que teníamos buena voz, pero también buenas calificaciones, y pronto después de la segunda locución, se corrió la voz que yo imitaba a Plácido Domingo y con eso me dieron la oportunidad. Empecé a ganar cinco mil nuevos pesos. Para mi era toda la fortuna de mi vida...

 

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Simón Levy